La regulación de los lobbies en España

La semana pasada se presentó (de hecho ha sido la segunda presentación) el libro “Los lobbies en España” en la sede de la Comisión Europea en Madrid. El acto, organizado por APRI, reunió a numerosos expertos en la materia y contó con la presencia en el público de la diputada popular Arenales Serrano. Esto último, para quien escribe fue una sorpresa, porque no contaba con su asistencia.

¿Qué son los lobbies? Bueno, creo bastante asumido que los lobbies son esos grupos de presión que (muchas veces) eluden definirse como tal en nuestro país debido a que tiene una connotación negativa, como el tráfico de influencias. Serían las ONG, plataformas con change.org, organizaciones sectoriales, etc.

Pero, ¿realmente son tan malos? ¿no debería estar regulado un sector que aúna intereses de particulares y empresas según el caso? ¿no acusamos muchas veces a los políticos de que no pisan la calle ni escuchan al ciudadano? Que los lobbies estén regulados no sería tan malo: podríamos saber qué político se reúne con qué asociación.

Veremos qué sucede con el próximo reglamento que está preparando el Gobierno al respecto que, además, según anunció ayer en esta sesión la diputada Serrano, la intención es que la inscripción sea obligatoria. Me gusta. Quien quiera defender sus intereses que lo haga de manera transparente.

Y, ¿de qué serviría su regulación? Bueno, para empezar sabríamos qué político se reúne con qué lobby y de este modo incorporar sus demandas (o no) a una norma legislativa. Esto es una práctica más que habitual, por ejemplo, en Bruselas, que es lo que nos pilla más cerca. Allí los políticos sólo se reúnen con aquellos lobbies que están registrados y que por lo tanto, asumen un código deontológico de transparencia y ética.

Hay intereses 100% españoles que podrían ser defendidos mucho mejor que ahora en Bruselas. “Vaya, esto es Marca España”, pienso yo. Si los españoles no tenemos lobbies allí, los demás países sí enviarán los suyos. Ellos ganarán y nosotros no habremos defendido nuestros intereses.

Sin lobbies, España pierde.

Myriam Rámila

Consultora- Duomo Comunicación